La presencia de la escuela de diáconos permanentes por más de cincuenta años en la Iglesia particular de Santiago de los Caballeros, ha sido fruto del esfuerzo de un grupo de personas que impulsadas por la fuerza del Espíritu Santo, han sabido conducirla con sabiduría, firmeza y confianza. La escuela inició bajo la dirección del Padre Porfirio Valdez, en agosto del año 1966 quien puso todo su empeño para que el proyecto encomendado a él diera sus frutos, y definitivamente lo ha dado; luego el diácono Cristino Collado y el Padre Ramón Dubert fueron continuadores de esta obra, hicieron un gran esfuerzo por mantener la escuela y la calidad de la formación. En el año 1994 se encomendó al P. Juan Dolores Mirabal el acompañamiento de los aspirantes al diaconado permanente, después de nueve años en la dirección de la escuela de formación, se encomienda esta misión a los padres Eudistas, quienes se esforzaron en organizar y mejorar la calidad de la formación, tarea que realizaron con mucha responsabilidad y entrega. Hasta el año 2015, cuando es aasumida por una comisión coordinada por Mons Tomas Morel.
La Escuela de Diáconos Permanentes San Esteban en su larga historia ha tenido como sede tres lugares para la enseñanza, el primer lugar que utilizó para impartir docencia fue la Casa de Cursillo de Cristiandad, donde se formaron los primeros diáconos y después varios años en este lugar, la escuela pasa al Colegio Santa Ana, donde tendrá su sede por un largo tiempo, luego pasará al Seminario Menor San Pío X donde todavía permanece dando su aporte a nuestra Iglesia.
El surgimiento de vocaciones al diaconado permanente y el afianzamiento de este ministerio de servicio, se debió al apoyo que los pastores de esta diócesis le han dado. Iniciando por Monseñor Roque Adames Rodríguez, identificado con los cambios del Concilio Vaticano II, impulsó este ministerio dándole la forma y su identidad en la diócesis; por esta misma línea continuó monseñor Juan Antonio Flores Santana, hombre de amplia visión pastoral, quien adelantándose al crecimiento poblacional y territorial de la diócesis creó nuevas parroquias, poniendo al frente de muchas de ellas a diáconos permanentes. Dada la nueva realidad pastoral de la diócesis de Santiago, Monseñor Flores Santana promovió el surgimiento de nuevas vocaciones al diaconado permanente y el fortalecimiento de la formación permanente de los ya ordenados, para responder mejor a los desafíos que se iban vislumbrando al final de la década de los años noventa y principio de siglo.
Al concluir la misión episcopal de Monseñor Juan Antonio Flores en la diócesis de Santiago, asume esta tarea Monseñor Ramón Benito de la Rosa y Carpio, quien pone mucho interés en seguir promoviendo el diaconado permanente en la diócesis. Para darle más institucionalidad a la escuela, encargó la formación a los padres Eudistas, quienes priorizaron el fortalecimiento del nivel de calidad de los candidatos.
Hoy tenemos en la diócesis un equipo de personas que colabora de manera desinteresada en la formación de los candidatos al diaconado permanente y una escuela que da acogida a todos aquellos hombres que han recibido la llamada de Dios y que con recta intención se ponen a disposición de la Iglesia para recibir la debida formación. Además, tenesmos la Comisión Arquidiocesana de Diáconos Permanentes, que acompaña junto con sus esposas a más de 150 diáconos a través de los ejercicios espirituales y la formación permanente.
Inspirados por el Espíritu Santo los padres conciliares en el Vaticano II, redescubrirán el gran tesoro del diaconado permanente oculto por tantos años; hoy la Iglesia particular de Santiago de los Caballeros, disfruta de los beneficios espirituales y pastorales que estos hombres consagrados han venido haciendo a este pueblo de Dios.